8 de marzo de 2006

Oscuridad

Siento frío. La soledad que me acompaña se intensifica por el silencio abrumador que envuelve la estancia. A penas tengo consciencia de dónde me encuentro. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?.

Mi cabeza está totalmente ofuscada, me cuesta pensar, y mucho más aún razonar. ¿Será esta otra horrible pesadilla?

Trato por todos los medios de quitarme esa idea de encima. Pero no puedo. Mis brazos pesan una tonelada, a penas puedo moverme. Cualquier gesto intensifica ese martilleo incesante en mi cerebro. ¿Acaso estoy encadenado?

Comienzan poco a poco a llegar recuerdos a mi cerebro, pero ninguna luz, ninguna señal, nada que indique donde estoy, por cierto, ¿dónde estoy?

La pesadez del cuerpo me hace reacio al movimiento. Intento negar la realidad, no puede estar ocurriendo esto otra vez. Pero sin embargo todos los indicios llevan a la misma conclusión. ¿Cuánto tiempo llevo incosciente?

Un sonido. Lejano, difuso, sin sentido. A penas una mínima señal de vida. Es una voz. ¿Qué está diciendo? ¿Me está hablando a mi?

Entonces comienzo a atar cabos. El tiempo se ha comprimido, ha desaparecido una pequeña parte de mi vida, y nunca guardaré constancia de haberla vivido. Pero contradictoriamente, en estos momentos lo que más deseo es volver a sumergirme en ese trance que me ha alejado de la realidad durante unas horas.

-¡¡Buenos días!! -me dice una voz familiar.
-Buenos días -respondo a duras penas.
-¡Vas a llegar tarde! -sin duda, se trata de mi madre.
-Ya voy, ya voy, sólo un rato más - curiosa respuesta.

Con un gesto rápido hago callar al despertador y me doy media vuelta. Otro día más.

1 comentario:

Aradino tiene un blog dijo...

Eso pasa cuando se duerme con la habitación cerrada: Los gases contaminados y la falta de oxígeno provocan alucinaciones y pesadillas.

Es la opción número uno.

La número dos no me la sé.