1 de marzo de 2006

315 d.C.

Emerita Augusta

(Viene del post anterior)

Dos meses han transcurrido desde que aparecí aquí. Ya no recuerdo qué era lo que estaba haciendo cuando todo ocurrió, pero parece seguro que esto no es una pesadilla. Me encuentro en medio del Imperio romano. He tratado de aprender el latín partiendo de los rudimentarios conocimientos que tenía del mismo, y aún me cuesta expresarme correctamente. Me sorprende lo estrictos que son con el lenguaje, constantemente me corrijen mis faltas, aunque no les disgusta mi acento.

Sigo con la cabeza llena de ideas, ¡tantas cosas que yo sé, pero no puedo explicar! Partiendo de mis conocimientos básicos de Astronomía y Cartografía he tratado de explicarles que el mundo que consideran suyo, al igual que el mar que encierran es tan solo una pequeña parte del mundo que yo conozco. Pedí tallar una gran esfera en roca, quería enseñarles algo. Yo mismo acompañé al escultor a elegir la materia prima sobre la que trabajar, me sorprendió el conocimiento que tenía de su oficio, y me corrijió cuando le dije por donde empezar. No buscaba la perfección, pero les expliqué donde se situaba Hispania, y porqué el mundo era redondo. Les aseguré que podía demostrárselo. Y hoy es ese día.

Con dos trozos de tela que acoplé sobre la gran roca que simulaba la tierra tintados de color amarillo y negro les expliqué qué era el día y la noche y a qué se debían. También añadí la Luna y los eclipses a mis comentarios. Sabía de su escepticismo, pero sé que les iba a sorprender con mi demostración.

Les expliqué porqué amanecía por el este, pero me quedé aquí en la explicación, porque primero debía demostrar que la Tierra era en efecto redonda. Mandé construir torres vigías hacia el este, cada 15 kilómetros, debían ser visibles a simple vista. Eran necesarias más de diez torres para lograr el efecto que deseaba.

Hace dos días envié a tres hombres a cada torre, sus instrucciones eran sencillas: "Tan pronto como veáis que otra torre enciende fuego, lo haréis vosotros". Así demostraré que no amanece a la vez en Roma que en Mérida. ¿Demasiado complejo para demostrar que la tierra es redonda? Si fuera plana este efecto no se podría lograr me dije a mi mismo. La otra instrucción que tenían era que si no habían encendido el fuego por otra torre vigía, lo harían al ver amanecer.

Y allí estaba todo el pueblo reunido y mirando al este. Faltaban aproximadamente 15 minutos para que el sol apareciera cuando la gente se sorprendió al ver encenderse el fuego en la lejanía. Les expliqué además porqué sólo podían ver dos torres y no todas las que estaban construídas.

Me he ganado su confianza, pero aún queda mucho por hacer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

buena historia bern ;)