6 de marzo de 2006

316 d.C. (Segundo relato)

Emerita Augusta

(Viene del post anterior)

¿Cómo podré salir de aquí? Tanto tiempo llevo atrapado...

Vuelvo a dirigirme a mi improvisado diario para reunir las ocurrencias de los últimos 4 meses de mi vida en este mundo paralelo. Tareas tan rutinarias y de tan poca importancia como podía ser escribir en un cuaderno con un bolígrafo o un lápiz se me antojan como verdaderos lujos. No obstante me he malacostumbrado a algunos manjares que me ofrecen, y he de decir que ahora soy un espectador asiduo de este gran Teatro que tiene esta próspera ciudad. Si tan sólo supieran cómo serán derrotados, y que sé incluso cuántos años faltan para eso...

¿Pero llegará realmente ese día? ¿No estoy cambiando demasiado la historia? El código morse ha dejado de ser un invento de Alfred Vail, para ser un instrumento cotidiano de la comunicación de los romanos.

No tardé en encontrarle una utilidad a las torres vigías construídas para la demostración anterior. Ahora son auténticos puntos estratégicos y de seguir a este ritmo pronto serán nuevos asentamientos urbanos. El fuego de las torres vigías desprende una luz visible para los guardias situados en los otros puestos.

Les enseñé unas nociones básicas para distinguir entre un 'punto' y una 'raya'. Lo estudiamos con calma y creamos nuestro propio código morse. La luz es más rápida que un caballo. Y así ahora los mensajes de Roma llegan aquí en pocas horas. Por supuesto se ha perdido la privacidad, así que dentro de poco les enseñaré a enviar los mensajes en clave, o quizás no. Me he ganado cierta fama en la capital, incluso me ofrecen allí una vivienda, pero mucho me temo que me estoy excediendo en mis enseñanzas y están aprendiendo demasiado deprisa.

Esto me hizo pensar si cuando yo vivía en 2006 no se estaba aprendiendo incluso más rápido, y se nos estaba yendo de las manos. Así ocurrió con la bomba atómica, y quien dice que no vaya a suceder de nuevo.

Estuve varias semanas debatiendo conmigo mismo si ofrecerles el poder del vapor. Quemar carbón y mover unos engranajes que a su vez moverán unas ruedas no será algo que me cueste explicarles. Pero no lo haré mientras sean los esclavos los que entran a cavar en las minas. Mientras sean los esclavos los que construyen las torres vigías, los que se encargan de mantener los fuegos encendidos. No lo haré mientras sigan dando un trato inhumano a todas estas personas. Mientras sigan comerciando con sus vidas. Vine con la idea de que el Imperio Romano no debió sucumbir ante los bárbaros del norte, pero los bárbaros como son llamados aquí no tienen esclavos, quizá sí deba caer este imperio.

Pude convencerles de que la tierra es redonda, ¿podré hacer lo mismo con la simple premisa de que todos los hombres son iguales? Desde ahora y hasta que acabe preso de estos tercos romanos me dedicaré a la filosofía. He compuesto una obra teatral y ha tenido gran aceptación entre aquellos más pobres. Me siguen sirviendo comida los esclavos, pero les estoy pagando por su servicio.

1 comentario:

Aradino tiene un blog dijo...

¿Que haría yo de aparecer en el 316 d.c?

Me iría directamente a la hoguera para que me quemaran sin juicio previo.

¿Para qué tener que pasar por el suplicio de intentar convencer a unas instituciones tan firmemente asentadas ‘encima y sobre’ la sociedad esclavista-servil, cuya supervivencia dependía del mantenimiento del estatus quo heredado?

¡A la hoguera y sin rechistar!