5 de diciembre de 2007

Entropía

Vine el otro día en el coche, debatiendo sobre el cambio climático con mi padre. Típica conversación sobre las consecuencias que podría traer, y cómo combatirlo con el ahorro energético.

La discusión acabó derivando en términos casi científicos que aburrieron y durmieron al resto de los ocupantes del vehículo. Y así acabamos hablando de la entropía.

Una ley de la termodinámica, la segunda para ser más exactos, habla de un crecimiento constante de la entropía del universo. Para entendernos, del desorden universal de las cosas. La explicación de por qué todos los días tenemos que recoger la casa es sólo una de las demostraciones de esta ley en la vida cotidiana. Está ligada con la teoría del caos. Todo tiende a desordenarse, y para volver a ordenador hace falta energía. Esta energía que se aplica para ordenar, siguiendo otra ley física, tiene una parte que se desprende como calor.

En resumidas cuentas. Todos los días tenemos que consumir energía para que todo esté como lo habíamos dejado el día anterior.

La humanidad lleva miles de años inventando herramientas para facilitar esta tarea diaria. Herramientas que tenían como virtud ser más eficientes energéticamente. Por ejemplo, un azadón permite hacer surcos en la tierra con mayor facilidad que utilizando las manos. Es un invento poco contaminante, ya no porque no emita gases, sino porque su utilización ahorra energía, la energía que consumiría una persona por hacer el surco digamos con las manos.

Por todo esto, me gustaría comenzar con una serie de mensajes sobre los instrumentos que a mi entender son la causa principal de este desequilibrio energético que estamos sufriendo. En ellos trataré de encontrar soluciones a los mismos para combatir el despilfarro energético.

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